La tarde se presentaba otoñal, casi invernal. La temperatura muy baja, a cambio la moral muy alta. Equipo a la espalda y tras media hora de carretera, llego a este inmenso arenal de gran abundancia de piedras, la gran mayoría de colores y dibujos muy atractivos. Todo un espectáculo, os puedo asegurar.
Esta pequeña piedra me encanta. Muestra en perfecto relieve, el perfil de una cara de hombre con la cabeza rapada y en el que están perfectamente definidas las cuencas de los ojos, la nariz, la boca y la impecable barbilla.
Esta confío en que muestre una gran belleza una vez limpia. Resaltará ese blanco ahora de color pardo y sobre él una especie de camafeo de un bellísimo azul.
Esta otra es tan solo como muestra de la gran cantidad que hay en este lugar, con tonos azulados y verdosos.
En esta época los días son cortos y sin apenas darse uno cuenta, se va cerniendo la oscuridad del atardecer sobre la playa. Los nubarrones aunque de enorme belleza, se muestran amenazantes. Apenas tengo luz para las últimas fotos. En la mochila otras piedras, algunas bastante buenas, que mostraré otro día.